La crisis energética que ya frena el crecimiento de la inteligencia artificial en Estados Unidos está empujando a los gigantes tecnológicos a buscar soluciones fuera de la red tradicional. Boom Supersonic, conocida por su proyecto de avión comercial supersónico Overture, acaba de presentar Superpower, una turbina de gas natural de 42 MW basada en el núcleo de su motor supersónico Symphony.
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- Boom Supersonic presenta Superpower, una turbina de gas natural de 42 MW basada en el núcleo de su motor supersónico Symphony, diseñada para alimentar centros de datos de IA.
- La empresa cierra una ronda de financiamiento de USD $300 millones y un acuerdo por 1,21 GW, con Crusoe como cliente de lanzamiento para su nueva tecnología energética.
- Superpower busca operar a plena capacidad incluso en altas temperaturas y sin uso de agua, mientras Boom construye una cadena de suministro integrada para escalar hasta 2 GW anuales.
🚀💡 Boom Supersonic lanza Superpower, una turbina de gas natural de 42 MW para alimentar centros de datos de IA.
Con un financiamiento de USD $300 millones, busca operar sin agua incluso en altas temperaturas.
Esta innovación responde a la crisis energética que limita el… pic.twitter.com/7WItMz2YFb
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Con un financiamiento de USD $300 millones y un acuerdo de 1,21 GW con Crusoe, la empresa apuesta por usar tecnología aeronáutica de alta temperatura para alimentar centros de datos de IA y, al mismo tiempo, financiar de forma autosuficiente el desarrollo de su avión.
La aceleración del desarrollo de modelos de inteligencia artificial ha expuesto un cuello de botella que va más allá de chips o centros de datos: la energía eléctrica disponible. En Estados Unidos, cada vez más proyectos de IA se topan con redes saturadas, colas de interconexión y permisos lentos, mientras competidores como China expanden su capacidad energética a ritmo de tiempo de guerra.
En ese contexto, Boom Supersonic, conocida por su ambición de devolver el vuelo comercial supersónico con su avión Overture, decidió mirar hacia su propia tecnología de motores para atacar el problema desde otro ángulo.
La compañía anuncia ahora Superpower, una turbina de gas natural de 42 MW derivada de su motor supersónico Symphony, pensada para alimentar centros de datos de IA y, a la vez, acelerar la certificación de su avión de pasajeros.
La iniciativa se presenta como un intento de respuesta privada y rápida a una crisis energética que los propios actores del sector tecnológico reconocen como limitante crítica. De acuerdo con el relato del fundador y CEO de Boom, Blake Scholl, la idea nació al observar las dificultades de los hiperescaladores para conseguir energía fiable y flexible al margen de la red tradicional.
Para audiencias interesadas en IA, criptomonedas y mercados financieros, esta jugada empresarial refleja una tendencia más amplia: cuando la infraestructura pública no escala al ritmo de la innovación, el capital privado comienza a construir sus propias capas energéticas, de red y de cómputo.
Crisis energética y centros de datos de IA: un problema que no puede esperar
El punto de partida, según Scholl, fue tan cotidiano como inquietante: leer en X (antes Twitter) publicaciones sobre racks de GPU inactivos, no por falta de chips, sino de electricidad. La conversación directa con Sam Altman, figura central del ecosistema de IA, confirmó que la disponibilidad de energía se había convertido en una gran limitación operativa para los centros de datos.
Mientras tanto, Estados Unidos enfrenta dificultades para construir nueva infraestructura a la velocidad que exigen estos proyectos. Las subestaciones se disputan entre centros de datos, las colas de interconexión se alargan y los permisos para líneas de transmisión avanzan con lentitud, mientras China expande al mismo tiempo su capacidad en carbón, gas y nuclear.
Scholl plantea que la IA no esperará diez o quince años a que se modernice la red eléctrica “a la manera antigua”. Para él, esa brecha temporal abre la puerta a soluciones paralelas, como plantas de energía “detrás del medidor”, ubicadas directamente en los complejos de cómputo intensivo.
De hecho, los hiperescaladores ya habrían avanzado en esa dirección. El artículo cita como ejemplos a los proyectos Colossus I y II de xAI en Memphis, y Stargate I de OpenAI en Abilene, impulsados por matrices de turbinas de gas natural aeroderivativas, básicamente motores a reacción adaptados para generar electricidad a escala media.
Limitaciones de las turbinas actuales en un mundo que se calienta
Estas turbinas aeroderivativas, comparadas por Scholl con la transición de mainframes a servidores blade en el mundo informático, representan un avance frente a gigantescas turbinas “en marco”. Sin embargo, arrastran una desventaja clave: se basan en motores a reacción subsónicos diseñados para operar en condiciones muy frías a gran altitud.
En términos prácticos, esos motores están optimizados para temperaturas del orden de -50°F, típicas de un avión volando a Mach 0,8 a unos 30.000 pies de altura. Cuando se trasladan a tierra firme, sobre todo a regiones calurosas como Texas, la física térmica juega en contra.
A medida que la temperatura ambiente se eleva, las turbinas comienzan a perder potencia porque sus componentes no están diseñados para sostener altos rangos térmicos de forma continua. Según el análisis de Boom, estas máquinas comienzan a reducir su capacidad alrededor de los 50°F y, cuando se llega a 110°F, pueden perder hasta 30 % de su potencia de generación.
Además, para evitar esa reducción térmica en entornos cálidos, muchas turbinas heredadas requieren grandes cantidades de agua para enfriamiento, un recurso cada vez más escaso y políticamente sensible en varias regiones donde se concentran centros de datos.
Por qué un núcleo de motor supersónico puede cambiar el juego
Frente a ese límite tecnológico, Boom recurre a su experiencia en aviación supersónica. El motor Symphony, desarrollado para el avión Overture, fue concebido precisamente para operar de forma continua bajo cargas térmicas extremas, una característica que lo distingue de muchos motores comerciales actuales.
Mientras un motor subsónico está pensado para entregar ráfagas de potencia intensas durante el despegue y luego operar en rangos más moderados, un motor supersónico debe sostener esfuerzos térmicos elevados durante largos periodos. Symphony está diseñado para volar a Mach 1,7 a unos 60.000 pies, donde las temperaturas efectivas pueden alcanzar aproximadamente 160°F, muy lejos de las condiciones gélidas típicas de otros motores.
Superpower aprovecha ese núcleo supersónico como base para una turbina de generación eléctrica. Según Boom, esto le otorga varias ventajas críticas: la capacidad de mantener la salida completa de 42 MW incluso cuando la temperatura ambiente se eleva a 110°F, algo especialmente relevante en zonas desérticas o semidesérticas donde se concentran centros de datos.
Además, al estar optimizada para altas temperaturas, la turbina puede operar sin depender de sistemas de enfriamiento basados en agua. Boom sostiene que Superpower no necesita agua para evitar la reducción térmica, lo que la hace atractiva para ubicaciones con estrés hídrico creciente y regulaciones ambientales estrictas.
Características técnicas: de Symphony a Superpower
En términos de arquitectura, Superpower y Symphony comparten buena parte de su ADN. Ambos utilizan motores de turbina prácticamente idénticos, con el mismo núcleo de alta presión: el compresor de alta presión (HPC) y la turbina de alta presión (HPT) son comunes a las dos plataformas, lo que simplifica el diseño y la fabricación.
Las diferencias empiezan a partir del eje de baja presión. En lugar del ventilador de titanio de núcleo hueco típico de Symphony, orientado a propulsar un avión, Superpower añade dos etapas adicionales de compresores y una turbina de tres etapas conectada a un generador de alta eficiencia montado en su propio eje.
Esta configuración convierte la energía térmica y mecánica del núcleo supersónico en electricidad lista para centros de datos de alta demanda. El ajuste también se extiende al tipo de combustible: mientras Symphony está optimizado para Jet A, el combustible de aviación estándar, Superpower utiliza boquillas adaptadas para gas natural, una elección lógica para plantas de generación distribuida.
Desde la perspectiva de operación y mantenimiento, Superpower hereda la telemetría y la pila de operaciones desarrollada para el demostrador XB-1 de Boom. Cada turbina está preparada para transmitir datos de rendimiento en tiempo real, permitir control remoto y señalar anomalías antes incluso de que un cliente pueda detectarlas, lo que puede reducir tiempos de inactividad y mejorar la planificación de mantenimiento.
Financiamiento, cliente de lanzamiento y camino autofinanciado
La conversión de esa idea técnica en un producto comercial avanzó rápidamente. Según Scholl, alrededor de tres meses después de concebir el plan con su equipo de ingeniería, Boom ya tenía un acuerdo firmado por 1,21 GW de capacidad y había comenzado a fabricar la primera turbina Superpower.
Paralelamente, la compañía cerró una ronda de financiamiento de USD $300 millones para impulsar el desarrollo y despliegue de la nueva turbina. Crusoe, empresa enfocada en soluciones energéticas y de cómputo, figura como el cliente de lanzamiento de Superpower, lo que da una primera validación de mercado a la propuesta.
Para Boom, este hito no solo desbloquea un nuevo flujo de ingresos, sino que marca lo que Scholl considera un punto de inflexión estratégico. Con Superpower, la empresa se traza un camino autofinanciado tanto para la línea de turbinas de energía como para el avión supersónico Overture, reduciendo su dependencia de rondas de capital destinadas exclusivamente al ámbito aeronáutico.
El planteamiento recuerda, en cierta medida, a modelos de negocio de otras compañías tecnológicas que han usado una línea de productos para sostener, validar o abaratar otra apuesta más ambiciosa a largo plazo dentro del mismo ecosistema industrial.
Superfábrica, integración vertical y meta de 2 GW al año
Para materializar este plan, Boom apunta a un modelo de integración vertical agresivo. Scholl reconoce que la cadena de suministro aeroespacial tradicional está congestionada y que, cuando la misión es urgente, construir la propia cadena se vuelve casi un requisito, no una opción.
La llamada Superfábrica de Superpower se concibe bajo una visión clara: materias primas entrando por un lado del edificio y paquetes completos de turbinas de energía saliendo por el otro. Según el artículo, la empresa ya comenzó a producir las primeras piezas y tiene buena parte del equipamiento necesario para alcanzar una capacidad de 2 GW anuales en proceso de adquisición.
El plan incluye montar su propia fundición y capacidad de mecanizado CNC a gran escala. Esa infraestructura no solo alimentaría la producción de Superpower, sino que también reforzaría la base industrial de Boom para el motor Symphony y otros componentes críticos del programa Overture.
La compañía anticipa que compartirá más detalles sobre esta Superfábrica a inicios de 2026, lo que sugiere que el escalamiento productivo está previsto a corto y mediano plazo, en sincronía con la creciente demanda de energía para IA.
Un ‘momento Starlink’ para validar el avión supersónico
Scholl compara Superpower con un “momento Starlink” para Boom, aludiendo a cómo una línea de negocio paralela puede acelerar la misión central de una empresa aeroespacial. En este caso, la generación de energía para centros de datos servirá también como banco de pruebas para el corazón del motor Symphony.
Cada hora de operación de una turbina Superpower equivale a una hora de validación del núcleo de Symphony en condiciones del mundo real. A medida que estas máquinas alimenten centros de datos de IA exigentes, Boom acumulará datos y experiencia operativa que pueden acelerar la certificación de su motor para transporte de pasajeros.
Además, cada gigavatio entregado a clientes fortalece la integración vertical y la capacidad de manufactura de la compañía. Si Superpower genera beneficios suficientes para financiar de manera rentable el resto del programa de aeronaves, Boom habrá conseguido algo poco usual en la historia de la aeronáutica comercial: un camino autosuficiente hacia un nuevo avión de pasajeros.
En el trasfondo, la estrategia también evidencia una interdependencia creciente entre sectores que antes operaban de forma más separada: aviación, energía, centros de datos e inteligencia artificial se entrelazan ahora en un mismo modelo de negocio.
Cultura de ingeniería y apuestas que otros no intentan
Más allá de la tecnología, el cierre del artículo retoma la cultura interna de Boom como parte de su narrativa. Scholl describe a su equipo como un grupo dispuesto a asumir retos que otros califican de imposibles, y a ejecutar con equipos relativamente pequeños lo que grandes corporaciones ni siquiera intentarían.
Esa cultura se refleja tanto en la ambición de resucitar el vuelo supersónico comercial como en la decisión de competir en el complejo mercado de generación de energía distribuida para centros de datos de IA. Ambos proyectos exigen fuertes capacidades de ingeniería, capital intensivo y una alta tolerancia al riesgo tecnológico.
Para el ecosistema de IA, blockchain y mercados financieros, la historia de Boom ilustra cómo la demanda energética de la computación avanzada está incentivando a nuevos jugadores a entrar al sector energético con propuestas basadas en innovación en hardware y diseño industrial.
La noticia, difundida originalmente por Boom Supersonic a través de su plataforma FlyBy, sugiere que la próxima fase de expansión de la inteligencia artificial podría depender tanto de avances en modelos y chips como de motores capaces de soportar temperaturas extremas, funcionando durante cientos de miles de horas para mantener encendido el futuro digital.
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