Sam Altman declaró un “código rojo” dentro de OpenAI para priorizar mejoras urgentes en ChatGPT, en un intento por defender su liderazgo frente a la ofensiva de Google con Gemini 3 y de Anthropic con Claude Opus 4.5, mientras la compañía apuesta por ingresos gigantescos y un agresivo plan de gasto en infraestructura que ya genera preguntas en Wall Street.
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- Sam Altman ordena un “código rojo” en OpenAI para acelerar mejoras de ChatGPT por presión de Google y Anthropic.
- La decisión retrasa otros productos como agentes de IA y llega tras el impacto de Gemini 3 y Claude Opus 4.5.
- OpenAI proyecta ingresos de hasta USD $200.000 millones y planea invertir USD $1,4 billones en centros de datos de IA.
🚨 OpenAI entra en "código rojo" 🚨
Sam Altman acelera mejoras en ChatGPT ante la competencia de Google y Anthropic.
El nuevo modelo de Google, Gemini 3, y Claude Opus 4.5 de Anthropic presionan el liderazgo de OpenAI.
La compañía proyecta ingresos de hasta USD $200.000… pic.twitter.com/vdsiHJTKyc
— Diario฿itcoin (@DiarioBitcoin) December 2, 2025
OpenAI, el desarrollador de ChatGPT, atraviesa una etapa de máxima tensión competitiva. Su director ejecutivo, Sam Altman, declaró internamente un “código rojo” para acelerar las mejoras del popular chatbot, justo cuando Google y Anthropic lanzan modelos de inteligencia artificial más potentes y bien recibidos por el mercado.
El movimiento refleja el cambio de clima en una industria que se había visto dominada por OpenAI desde el lanzamiento de ChatGPT hace tres años. Hoy, grandes tecnológicas y startups bien financiadas buscan arrebatarle esa ventaja inicial con modelos más avanzados y estrategias comerciales agresivas.
Según reportó el medio especializado The Information, citado por Yahoo Finance, la orden de Altman implica desviar recursos hacia la mejora directa de ChatGPT. Esto llega en un momento en que la compañía también persigue metas de ingresos muy ambiciosas y un plan de inversión masivo en infraestructura de IA que ya genera dudas en Wall Street.
Para los inversores y analistas que siguen de cerca el sector de inteligencia artificial, el “código rojo” es una señal clara de que la carrera por el liderazgo en modelos de lenguaje está lejos de haberse definido. También sugiere que los riesgos competitivos y financieros alrededor de OpenAI están aumentando.
Altman activa el “código rojo” y frena nuevos productos
En un memo interno a los empleados, Altman comunicó que estaba declarando un “código rojo” para concentrar recursos en mejorar ChatGPT, de acuerdo con la información divulgada por The Information. Esta medida implica, de manera directa, poner en pausa o retrasar otros proyectos clave dentro de OpenAI.
Entre los desarrollos afectados se encuentran los llamados agentes de IA, herramientas más autónomas que podrían ejecutar tareas complejas sin supervisión constante del usuario. Estos agentes habían sido presentados como parte del siguiente gran paso en la evolución de la compañía.
La decisión de priorizar ChatGPT muestra hasta qué punto OpenAI percibe que su posición en el segmento de chatbots ya no es incuestionable. El producto que la llevó a la fama se enfrenta ahora a comparaciones constantes con nuevos modelos de Google y Anthropic.
Al mismo tiempo, el “código rojo” revela una tensión estratégica clásica en empresas tecnológicas: elegir entre seguir expandiendo el portafolio de productos o defender con todos los recursos el producto estrella que sostiene marca, usuarios e ingresos.
El golpe de Gemini 3 y el cambio de ánimo en Silicon Valley
El detonante más visible del giro de OpenAI fue el lanzamiento de Gemini 3, el último modelo de inteligencia artificial de Google, presentado en noviembre. Según destacó la cobertura de Yahoo Finance, el modelo recibió una acogida muy positiva tanto en el mercado como en la comunidad tecnológica.
La reacción bursátil fue contundente: el estreno de Gemini 3 impulsó las acciones de Google a un máximo histórico, en parte porque este modelo superó a ChatGPT en múltiples pruebas de referencia que miden el rendimiento de los sistemas de IA. Estos benchmarks son una referencia clave para clientes corporativos, desarrolladores e inversores.
Una de las voces más influyentes en validar este cambio de percepción fue el director ejecutivo de Salesforce, Mark Benioff. Según recordó Yahoo Finance, Benioff declaró que estaba abandonando ChatGPT a favor del nuevo modelo de Google, un mensaje simbólicamente fuerte dentro del ecosistema tecnológico.
Altman reaccionó en público con diplomacia. Felicitó a Google en redes sociales por el lanzamiento de Gemini 3, algo habitual en una industria donde las relaciones entre competidores pueden ser complejas. Sin embargo, en privado dijo a los empleados de OpenAI que el modelo de Google podría generar “vientos económicos en contra” para la compañía, de acuerdo con lo publicado previamente por The Information.
Anthropic y Claude Opus 4.5 añaden presión al mercado
Google no es el único actor que complica el panorama competitivo para OpenAI. Otro de sus grandes rivales, Anthropic, también está elevando la vara con el lanzamiento de nuevos modelos de alto rendimiento. La empresa presentó recientemente Claude Opus 4.5 el 24 de noviembre, lo que suma otro contendiente directo en la carrera por el mejor chatbot.
Claude Opus 4.5 forma parte de una familia de modelos que han ganado tracción por su enfoque en seguridad, estabilidad y calidad de respuestas. Aunque la nota de origen no detalla métricas específicas de rendimiento, la aparición de este modelo se suma a la percepción general de un mercado cada vez más saturado de alternativas sólidas a ChatGPT.
Para OpenAI, Anthropic representa un desafío particular por su reputación en temas de alineación de IA y por el respaldo de grandes inversionistas. La coexistencia de varios modelos de primer nivel incrementa la presión sobre precios, márgenes y diferenciación tecnológica.
La entrada de más jugadores de peso también fragmenta la base de usuarios corporativos y de desarrolladores, que ahora evalúan distintos ecosistemas. Esto obliga a OpenAI a sostener un ritmo de innovación elevado solo para no perder terreno.
Metas de ingresos gigantescas y dudas sobre sostenibilidad
Mientras enfrenta esta competencia intensificada, OpenAI mantiene objetivos de crecimiento extremadamente ambiciosos. Según los datos difundidos, la empresa proyecta que sus ingresos aumentarán desde USD $13.000 millones en 2025 hasta USD $200.000 millones en 2030, una expansión que implicaría multiplicar su facturación en un período muy corto.
Estas metas refuerzan la presión interna para que ChatGPT y otros productos sigan liderando el mercado y generen nuevos flujos de ingresos. Cualquier pérdida de cuota frente a rivales como Google o Anthropic podría dificultar alcanzar esas proyecciones.
El contexto se complica por el hecho de que el modelo más reciente de OpenAI, GPT-5, presentado en agosto, recibió críticas mixtas. La reacción dispar apunta a que el salto percibido respecto a versiones previas no fue tan contundente como algunos usuarios y expertos esperaban.
En un mercado donde los lanzamientos de IA generan expectativas altísimas, una recepción tibia puede afectar la narrativa de liderazgo tecnológico. Esto vuelve crucial para OpenAI demostrar mejoras claras y rápidas en ChatGPT si quiere sostener su posición y justificar sus proyecciones financieras.
Un plan de gasto de USD $1,4 billones y temores de burbuja
Más allá de la competencia en productos, OpenAI está ejecutando un plan de inversión muy agresivo para escalar la infraestructura de IA necesaria para entrenar y operar sus modelos. La empresa se comprometió a invertir USD $1,4 billones en la construcción de centros de datos de IA durante los próximos ocho años.
Este esfuerzo incluye la firma de acuerdos multimillonarios con proveedores de nube de inteligencia artificial como CoreWeave y Oracle. Además, involucra a fabricantes de chips clave en la revolución de la IA, entre ellos Broadcom, Nvidia y Advanced Micro Devices, según la información recogida por Yahoo Finance.
La magnitud de estas cifras ha llamado la atención de analistas financieros y actores de Wall Street. Los llamados acuerdos “circulares” entre OpenAI y sus proveedores y clientes han despertado sospechas y alimentado preocupaciones sobre la posibilidad de estar frente a una burbuja de IA.
Estos acuerdos circulares, donde empresas se financian, contratan y se convierten en clientes entre sí dentro del mismo ecosistema, pueden inflar valoraciones y expectativas sin que siempre exista una demanda final claramente sostenible. Por eso, la estrategia de gasto de OpenAI es observada con creciente cautela.
Un liderazgo en disputa en la era de los chatbots
Desde el lanzamiento de ChatGPT hace tres años, OpenAI fue percibida como la empresa que marcaba el ritmo en la revolución de los modelos de lenguaje. Su tecnología impulsó la adopción masiva de asistentes conversacionales y herramientas de IA generativa en sectores como educación, programación, marketing y finanzas.
Hoy, sin embargo, el liderazgo en ese segmento ya no está asegurado. Gemini 3 de Google, Claude Opus 4.5 de Anthropic y otras propuestas emergentes han convertido el campo de los chatbots y asistentes de IA en una carrera de múltiples contendores.
El “código rojo” declarado por Sam Altman es una confirmación explícita de que OpenAI siente esa presión en todos los frentes: tecnológico, económico y reputacional. La compañía necesita demostrar que puede seguir mejorando ChatGPT a gran velocidad mientras sostiene un modelo de negocio y de infraestructura cada vez más costoso.
Para los usuarios interesados en criptomonedas, mercados financieros e inteligencia artificial, la evolución de esta competencia no es un asunto menor. El resultado de esta carrera podría definir qué modelos terminan integrados en exchanges, plataformas de trading, herramientas de análisis y servicios empresariales críticos en los próximos años.
Imagen original de DiarioBitcoin, creada con inteligencia artificial, de uso libre, licenciada bajo Dominio Público.
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