Por Canuto  

El Congreso de EE. UU. pone fin al cierre gubernamental más largo de su historia, pero deja heridas políticas abiertas

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  • El acuerdo bipartidista pone fin a más de un mes de paralización gubernamental.
  • Los trabajadores federales recibirán pago retroactivo tras semanas sin salario.
  • El pacto deja insatisfechos tanto a progresistas como a conservadores.

Tras más de un mes de parálisis y tensiones políticas, el Congreso de Estados Unidos alcanzó un acuerdo para poner fin al cierre gubernamental más largo de la historia del país. La decisión llega como alivio para cientos de miles de empleados públicos, familias y comunidades afectadas por la falta de servicios esenciales.

El acuerdo fue anunciado tras intensas negociaciones en el Senado y el creciente descontento público frente al estancamiento en Washington. Aunque la medida restablece la normalidad administrativa, deja insatisfechos a distintos sectores políticos.

Un alivio para los trabajadores federales

Desde el 1 de octubre, cientos de miles de trabajadores del gobierno habían sido suspendidos o se vieron obligados a trabajar sin salario. Entre ellos, empleados de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) y controladores aéreos, quienes enfrentaron semanas sin ingresos.

El nuevo acuerdo garantiza el pago retroactivo a todos los empleados afectados y revierte los despidos de más de 4.000 funcionarios que habían sido cesados desde el inicio del cierre. Además, se reabrirán divisiones clave del Departamento de Educación y otras agencias paralizadas.

Imágenes de aeropuertos y bancos de alimentos ilustraron el impacto humano de la crisis. En Minneapolis, por ejemplo, se organizaron comedores comunitarios para apoyar a los empleados federales sin sueldo.

La política detrás del acuerdo

La negociación expuso la creciente fractura dentro del Congreso. Un grupo de senadores demócratas moderados, encabezados por Jeanne Shaheen y Maggie Hassan, presionó para alcanzar un compromiso, aun sacrificando demandas previas sobre políticas de salud pública.

Shaheen calificó la aprobación del proyecto revisado como “un gran paso hacia la protección de la salud de millones de estadounidenses”. Los moderados del partido llevaban semanas buscando una salida negociada junto a republicanos dispuestos a poner fin a la parálisis.

Entre los republicanos, figuras como Susan Collins de Maine celebraron el acuerdo. Collins, una de las principales impulsoras de las conversaciones bipartidistas, afirmó: “Espero votar a favor de esta legislación y poner fin al daño innecesario a la seguridad de nuestras familias y nuestra nación”.

Incluso el expresidente Donald Trump, quien había endurecido su postura inicial, se mostró partidario de cerrar el capítulo del cierre y pidió a los senadores permanecer trabajando sin descanso hasta alcanzar el pacto.

Los progresistas y conservadores, entre los perdedores

Pese al alivio general, el acuerdo no satisfizo a todos. El ala progresista del Partido Demócrata criticó duramente la falta de compromisos concretos en materia de salud. La senadora Elizabeth Warren rechazó el pacto, asegurando que “no apoyaré un acuerdo que no haga más asequible la atención médica”.

El senador independiente Bernie Sanders fue más allá al afirmar que aceptar un voto incierto en diciembre sobre las subvenciones del sistema de salud equivaldría a “rendirse”.

Los progresistas temen que millones de beneficiarios de Obamacare vean incrementadas sus primas si el Congreso no aprueba la extensión de subsidios antes de fin de año. Mientras tanto, los conservadores republicanos mostraron su incomodidad con los aumentos de gasto acordados y con la decisión de revertir despidos en la administración pública.

Consecuencias políticas y sociales

El cierre, que se prolongó 39 días, afectó a la economía nacional y la imagen del Congreso ante la opinión pública. Se estima que millones de personas sufrieron retrasos en servicios esenciales, desde viajes hasta la asistencia alimentaria.

Para los demócratas moderados y algunos republicanos pragmáticos, el fin del cierre representa una victoria política al demostrar capacidad de negociación. Sin embargo, las heridas internas dentro de ambos partidos podrían reabrirse en los próximos debates presupuestarios y en la votación clave sobre los subsidios sanitarios.

La experiencia deja una lección clara: en Washington, incluso las victorias vienen acompañadas de concesiones.


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