Por Gabriela Camero  

Este artículo fue creado originalmente por Jenny Aysgarth, de Forklog.

Utilizo mi tiempo libre creando bromas bizarras. La mayoría son demasiado complicadas para convertirse en algo popular, sin embargo, a veces mi majestuosidad cae desde su torre de marfil y genera algo que inmediatamente se esparce como un virus. Se esparce tan efectivamente que a veces mis amigos de Facebook me mandan mis propias bromas sin tener idea de que provienen originalmente de mi cabeza.

Este tipo de cosas son geniales para quienes, como yo, suben sus locuras en la web. De todas formas, este placer se ve opacado cuando encuentras tu trabajo en una página pública, rodeado de comentarios y números de likes nada modestos. Es bastante molesto cuando no crees que tu trabajo sea apreciado en un primer lugar. Pero esto se convierte en algo peor cuando estas comunidades se hacen la vida con lo que tú haces, mientras tú tienes que trabajar con una computadora de los tiempos antiguos, y muchas veces ni tienes el dinero suficiente para comprar cigarrillos.

Ciertamente, hoy en día hay algunos servicios que ofrecen microtransacciones. Sin embargo, estos servicios se enfrentan con el problema de una audiencia estrecha y más específica. Esto no provoca que una audiencia sea peor o mejor que otra audiencia, pero la hace más insensible a cierto tipo de contenidos. Además, los fundadores de estas plataformas no pueden estar seguros que incluso en dos años, su servicio será al menos comparable a la página de social media más moderadamente popular.

Originalmente, he creado mi contenido sin pensar en hacer una fortuna con él. No tengo ninguna objeción con que se distribuya libremente. No es importante incluso que la gente no sepa que he sido yo. Sin embargo, cuando hay gente de dudosa moral que comienza a hacer fortunas con lo que he hecho, siento instantáneamente que ellos me están robando. Esto no tiene nada que ver con los usuarios regulares, que no pagan por el contenido. Me sentiría incluso avergonzada de obtener microtransacciones de ellos, porque me haría hacer esto por el dinero. Esto no puede incentivar cualquier aspiración artística.

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Por esta razón, creo que estas plataformas de microtransacciones son un remedio para un mal ya propagado. Cualquier artista, en un amplio sentido de la palabra, puede confirmar que encontrar su obra como un activo es un placer dudoso. Pero es incluso peor encontrar que un idiota ha hecho una fortuna de lo que has hecho, sin que tú puedas hacer algo al respecto.

Una aceptación amplia de Blockchain podría salvar a mis colegas y a mí de estos problemas. Primero, tendríamos una prueba concreta de que somos en realidad los autores del contenido en cuestión. Tampoco tendríamos que ir a las entidades de derecho de autor para registrar cada imagen o texto que hagamos, ya que esto se haría automáticamente. La práctica lo haría algo en común, y las páginas de social media tendrían que lidiar con los autores. Tan pronto como los administradores de páginas públicas no puedan ser capaces de seguir robando, ellos estarían obligados a recompensar a las personas que han hecho posible sus ganancias. Eventualmente se detendría el robo de contenido, y tendrían que contactar con los autores y hasta contratarlos.

Sin embargo, queda la cuestión de qué está más cerca: una amplia adopción de Blockchain o la galaxia de Andrómeda. Muchos consideran los derechos de autor como algo malvado que impide la distribución libre de la información. En la mayoría de los casos, es correcto, especialmente cuando vienen de corporaciones grandes. Sin embargo, no solo hay maldad en el mundo. El Copyright de Blockchain trae más beneficios que defectos, y protege a los creadores independientes de la invasión comercial de los tiburones que no encuentran ningún obstáculo en su camino de la libre distribución del contenido.

Fuente: Forklog

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